Antíguas noches estrelladas



Siempre me encantó “La noche estrellada” de Vincent van Gogh.

¿Por qué..?

... porque siempre me subyugaron las estrellas, quizás por ser un poco como el pintor, astigmata y miope y, desde luego, un nictálope.

¿Cuántas veces he admirado las noches estrelladas a lo largo de mi vida, los cielos negros sin nubes, ni luna, brillando sobre nuestras cabezas, en la ventana de nuestra leonera-dormitorio en verano, cargada de sonidos con los grillos y las ranas...

... sentarse en la puerta de la casa, al aire libre y conversar de las mil y una circunstancias de la vida, enamorarse con alguna moza, las viejas historias de alguna vecina...

... pero también con las cabritillas en navidad?


Las “estrellas fugaces” no son estrellas, solo son restos de cometas que quedan en el espacio interplanetario y que al chocar contra una atmósfera se ponen incandescentes y se hacen visibles. Las que vemos en el cielo normalmente no superan el tamaño de un grano de arena.
Tres de ellas correponden a “Perseidas” y como tales si seguimos su trayectoria hacia atrás coinciden en el radiante... en la constelación de Perseo, claro.

Los cometas (del latín “cometa”: "cabellera") son cuerpos celestes constituidos por hielo y rocas que orbitan el Sol siguiendo trayectorias elípticas, parabólicas o hiperbólicas. El “Hale-Bopp” fue probablemente uno de los cometas más ampliamente observados en el último siglo y uno de los más brillantes que se han visto en décadas. Pudo ser contemplado a simple vista durante 18 meses.


Cuentan los astrónomos griegos que deberían de existir varias esferas concéntricas, mientras las estrellas «fijas» se movían alrededor de la Tierra como si formaran un solo cuerpo, sin modificar aparentemente sus posiciones relativas, esto no ocurría con el Sol, la Luna y los cinco brillantes objetos similares a las estrellas (Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno), cada uno de los cuales describía una órbita distinta. Estos siete cuerpos fueron denominados planetas (voz tomada de una palabra griega que significaba «errante»), y parecía evidente que no podían estar unidos a la bóveda estrellada (Isaac Asimov).

Los griegos supusieron que cada planeta estaba situado en una bóveda invisible propia, que dichas bóvedas se hallaban dispuestas concéntricamente, y que la más cercana pertenecía al planeta que se movía más rápidamente. El movimiento más rápido era el de la Luna, que recorría el firmamento en 29 días y medio aproximadamente. Más allá se encontraban, ordenadamente alineados (según suponían los griegos), Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter y Saturno.

Debido al movimiento de traslación de la Tierra alrededor del Sol, para un observador terrestre, sigue un movimiento aparente por la esfera celeste, trazando una línea imaginaria llamada “eclíptica”, representada en los mapas circulares.
Véase la “Guía del Cielo” de Enrique y Pedro Velasco.
Todas las órbitas de los planetas se hallan aproximadamente en el mismo plano (llamado la eclíptica y definido por el plano de la órbita terrestre).
La eclíptica está inclinada sólo 7 grados respecto al ecuador del Sol.

Eclípse de sol es el fenómeno que se produce cuando la luna se interpone entre la tierra y el sol.
Desde muchos lugares de la tierra se podrá ver cómo la luna oculta parte de la superficie del sol (eclipse parcial, como vimos en la pared de nuestra casa a través de unos binoculares invertidos en La Coruña) y desde una estrecha franja de nuestro planeta se podrá ver cómo la luna pasa por el centro del sol (como ocurrió en Madrid el 3 de septiembre del año 2005, véase en RTVE).


LOS PLANETAS

Son cuerpos celestes que no emiten luz propia y que giran alrededor de una estrella. En nuestro sistema solar hay 8. Recientemente Plutón ha dejado la categoría de planeta para pasar a ser el representante de un nuevo tipo de objeto "planetas enanos" como Ceres, Eris, etc.

Se denomina telescopio (del griego τῆλε "lejos" y σκοπέω "ver") al instrumento óptico que permite ver objetos lejanos con mucho más detalle que a simple vista. Gracias al telescopio (desde que Galileo en 1609 lo usó para ver a la Luna, el planeta Júpiter y las estrellas) el ser humano pudo, por fin, empezar a conocer la verdadera naturaleza de los objetos astronómicos que nos rodean y nuestra ubicación en el Universo. Es herramienta fundamental de la astronomía, con cada desarrollo o perfeccionamiento del telescopio, ha sido seguido de avances en nuestra comprensión del Universo


Dentro de los planetas los hay de tipo "terrestre", suelen ser pequeños, rocosos con o sin atmósfera (Mercurio, Venus, Tierra y Marte), y "gaseosos" de gran tamaño con un núcleo metálico relativamente pequeño y sucesivas capas de gas más o menos comprimidas (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).

Aunque el planeta lleva el nombre del padre de Zeus -el titán Cronus, reconvertido en Saturno por los romanos-, Saturno es solo el segundo gigante del sistema solar, por detrás de Júpiter (la versión romana de Zeus). Su fama debe menos a su tamaño que a sus singulares anillos, siendo el planeta más lejano que se puede ver a simple vista, y por tanto el más lejano que conocían los antiguos. Ya entonces notaron que era el que más lento se movía en el cielo. Está 10 veces más lejos del Sol que nosotros, y su año -el tiempo que tarda en dar una vuelta al Sol- dura lo que 30 de los nuestros.

Mercurio y Venus no tienen satélites, Marte tiene dos satélites pequeños. Plutón tiene uno grande Caronte y otros dos pequeños. Su nombre proviene de un personaje de la mitología griega que se encargaba de llevar las almas al reino de Hades. Su forma es esférica y está formado principalmente por hielo de agua. El resto se los reparten los planetas gigantes.

Un satélite natural es cualquier astro que se encuentra desplazándose alrededor de un planeta o a un satélite irregular, que ha sido capturado por la influencia gravitatoria del planeta al que orbita en lugar de formarse a su alrededor, o a un satélite asteroidal.

PLANETA

SATÉLITE TRASL.DÍAS

KILÓMETROS












Tierra


Luna
27,32


3.476
Marte


Fobos
Deimos
0,31
1,26


21
12
Ceres


asteroides



952
Júpiter


Ganímedes
Io
Europa
Calisto
7,15
1,77
3,55
16,69


5.262
3.630
3.140
4.800
Saturno


Titán
15,95


5.150
Urano


Titania
8,71


1.590
Neptuno


Tritón
O,3


60
Plutón


Caronte
6,36


1.200

En la actualidad (junio de 2011) el número total de satélites es de 174. Seguramente en los próximos años un número mayor de pequeños satélites serán descubiertos.
En general, a los satélites de los planetas principales se les llama lunas, por asociación con el nombre del satélite natural de la Tierra.

Los diferentes planetas poseen distinta cantidad de lunas. El número total en el Sistema Solar es alto y aún se considera incompleto, ya que se continúa encontrándose nuevas lunas. No se conocen lunas en Mercurio ni en Venus y tampoco ningún satélite que posea una luna.

La Tierra tiene su satélite, la Luna.

Se encuentra a 380.000 kilómetros de nosotros (a poco más de 1 segundo luz). Tiene un diámetro cuatro veces menor y carece de atmósfera.
A pesar de estar acostumbrados a que la visión de nuestra Luna como un cuerpo esferoidal, debe pensarse que, en general, los satélites de los planetas principales pueden ser bien diferentes, presentar formas irregulares o ser sumamente achatados.

En la superficie de la luna podemos contemplar "mares", montañas, cráteres, fallas...

Actualmente hay una nueva teoría que ha sido publicada en un artículo en Nature. La Tierra pudo tener dos lunas que chocaron entre sí.

Las lunas se formaron hace 4.000 millones de años por un choque entre la Tierra y un cuerpo como Marte. La colisión explica la diferencia entre la cara oculta y la cara visible de la Luna.

Recordamos que se cumplen 42 años de la llegada del hombre a la Luna. Yo estaba en la casa de Águeda en Barcelona y valoré aquel hecho histórico como un grandísimo logro científico con los astronautas Armstrong, Aldrin y Collins, siendo elegidos para tripular el Apolo 11. Luego hubo seis alunizajes posteriores.

La Tierra se encuentra a 8 minutos luz, es decir, un rayo de luz que salga del sol tarda ese tiempo en llegar hasta aquí desde el Sol.

El Sistema Solar (con el 99% de la masa) es una estrella más de nuestra galaxia la Vía Láctea, pero se ve también el doble cúmulo de Perseo y la galaxia de Andrómeda.

La palabra galaxia proviene del griego galaktos ‘círculo lechoso’ referido a los cuerpos celestes. Los antiguos miraban hacia el cielo estrellado familiarizados con aquella franja del firmamento, pero hay otras estrellas que forman el halo estelar de la Vía Láctea, que se extiende por encima y por debajo del disco principal de la galaxia espiral, y más lejos existen otras galaxias como la Andrómeda, galaxia importante más cercana a la nuestra, la Vía Láctea.
Se cree que nuestra galaxia se parece bastante a Andrómeda. En conjunto, ambas galaxias dominan el Grupo Local de galaxias.

La difusa luz que nos llega de Andrómeda tiene su origen en los cientos de miles de millones de estrellas que la forman. Las diferentes estrellas que rodean a Andrómeda en esta fotografía son realmente estrellas de nuestra propia galaxia superpuestas sobre la galaxia de fondo.
A Andrómeda se la conoce también como M31, ya que es el objeto número 31 de catálogo de Messier de objetos difusos del cielo. M31 está tan lejos que su luz tarda en llegar hasta nosotros unos dos millones de años.

Aunque puede contemplarse a simple vista, la fotografía de M31 es un mosaico digital de 20 fotogramas tomados con un pequeño telescopio. Aún se desconocen muchas cosas sobre M31, por ejemplo cómo se formaron dos núcleos en su centro.


Desde Hiparco, el mayor o menor brillo de las estrellas se llamaba «magnitud».

Algunas veces nos preguntamos el nombre y la historia que lleva tal o cual estrella que vemos, sus tamaños aparentes y escalas en el cielo. A la dimensión con que se presentan (desde la superficie de la Tierra) los diferentes objetos celestes, sin tener en cuenta sus dimensiones físicas reales, se le denomina tamaño aparente.

Cuanto más brillante es un astro, menor es su magnitud. Se dice que las 20 estrellas más brillantes son de «primera magnitud».

Otras menos brillantes son de «segunda magnitud». Siguen luego las de tercera, cuarta y quinta magnitud, hasta llegar a las de menor brillo, que apenas son visibles, y que se llaman de «sexta magnitud».

Diagrama de Hertzprung-Russell

Este tipo de representación muestra la relación existente entre la temperatura de una estrella y su magnitud absoluta (la cantidad de la luz que emite).

Se emplea a menudo para clasificar las estrellas según sus tipos espectrales y para estudiar la evolución estelar.

Se incluyen aquí algunos objetos representativos de cada clase.

(María Teresa Beltrán INVESTIGACIÓN Y CIENCIA junio 2011)


Uno de los lugares donde nacen estrellas más cercanos al Sistema Solar es la llamada Gran Nebulosa de Orión. Quizá este sea el objeto más atractivo y visitado por astrónomos aficionados en todo el mundo. La parte principal de la nebulosa se abre al observador como si fuera una rosa espacial que muestra su secreto interior. En él hay una barra de polvo que oculta una parte de estrellas recién nacidas que bañan con su luz los restos de la nebulosa de la que provienen.

La nebulosa que dista unos 1500 años luz, contiene unas 1000 estrellas jóvenes, las cuales iluminan la nube de gas y polvo que las rodea (rojizo). Es un lugar de nuestra galaxia donde nacen nuevas estrellas.


Una noche cuando aun era niño, llegué a la conclusión que debería tocar por lo menos una o dos estrellas, entonces tendría que ponerme en camino hasta llegar a ellas...

... me preguntaba qué eran las “osas” en el cielo (y otras constelaciones), el lugar que ocupaban en el espacio...

... una vez salté por la ventana y empecé a andar dormido.

Al día siguente alguien me dijo que habia tenido sonambulismo, trastorno que me ocurrió cuando realizaba otras actividades estando aún dormido.
Mi madre, entonces, me dijo dulcemente que tenía que dormir, así descansaría nuestro cerebro. Véase a mis abuelos y a mi madre en Jiménez de Jamuz unos años antes.

Hoy me preocupa que nuestra falta de contacto con el cielo no esté haciendo algo que es muy sutil y quién sabe cual sea la última consecuencia de esto. La contaminación de la luz eléctrica es una alteración del hábitat. Quizás lo que ocurre cuando dejamos de tener contacto con las estrellas, esa sutileza, al perdernos las estrellas...

Hace un par de años un grupo de astrónomos brasileños reclamó a las autoridades el derecho inalienable a la luz de las estrellas.
Como una especie de ley de transparencia y tenemos derecho a recibir directamente la información de la luz en su auténtica dimensión y limpieza.
Lu Cabany

Un-a tumbado-a


Un tumbado “no es un holgazán, ni un neurótico, ni un simple enfermo imaginario y que un buen día opta por suspender su actividad social y se abandona espléndidamente a la inacción” según afirma Luis Landero.


“Sería normalmente un varón, por lo general laborioso y de espíritu manso y ejemplar, pero que un día sobrevendría por la mañana, a la hora de levantarse el indicio precursor aparecería un silencio tozudo a los requerimientos de la esposa que lo apremiase al desayuno”.


No es exclusiva de personas corrientes y anónimas.


El escritor uruguayo Juan Carlos Onetti llevaba 15 años en la cama, cuando murió en Madrid el 30 de mayo de 1994, sin levantarse prácticamente nunca. El gran público conoció a Onetti como aquel escritor que escribía desde la cama, así que, cuando murió, lo único que hizo fue darle a su actitud carácter definitivo. Su postura hasta ese instante había sido solamente voluntaria, si es que voluntario es querer desentenderse por completo de lo que pasa en el mundo, escribe Julio Llamazares.


Tomó ejemplo de Valle-Inclán, a quien consideraba su maestro, y se pasó años entre sábanas convertido en pura literatura, reduciendo sus funciones vitales a leer, escribir, fumar tabaco y beber whisky. Incluso su perro se extrañaba cuando se incorporaba y le mordía la pernera del pantalón del pijama para que regresara al lecho.


Manuel Vicent llegó a especular que Onetti “tenía tanto respeto por la muerte que la estaba ensayando desde hacía tiempo”. Así, tumbado durante años, fue como el genial fabulador uruguayo repensó a sus perezosos personajes, que inventan historias de otros personajes, para poder ver la fugaz felicidad a través de sus sueños.


Marcel Proust y Vicente Aleixandre cerraron el ciclo de su creación literaria en el lecho. Y, también, tanto Unamuno como Valle-Inclán solían recibir a sus amigos acostados. Pero tampoco podemos olvidar que ha habido encamados de ficción-literaria, como Don Quijote, quien —al igual que su creador— pergeñó buena parte de sus aventuras en la cama.


Desnudo en rojo. Amadeo Modigliani


Algunos de estos encamados célebres alcanzaron la renuncia al esfuerzo físico en los tumbados en un proceso de inmersión en el que se diluye la disyuntiva entre meditación y contemplación.


La escritora Almudena Grandes ha mostrado interés por la experiencia de los tumbados. La confesión realizada por la niña protagonista de uno de sus relatos, por un lado resulta cuestionado el carácter supuestamente masculino del fenómeno y por otro cobra fuerza la herencia familiar o la pauta de conducta aprendida como factor determinante:


“Mi abuela no se levanta de la cama desde hace veintidós años. La timaron en una cooperativa donde había metido todos sus ahorros y nunca vio el piso, ni le devolvieron un céntimo. Lo de la cama nos viene de familia. Su padre se acostó después de la guerra y no se levantó más.


Mi madre lleva acostada once meses, desde que mi padre se largó de casa. Me hizo la faena más grande de mi vida, pero no creas que no le entiendo”.


Otra cosa es una tumbada. Aquí, el femenino se refiere de otra manera.


"Me siento tan relajada cuando estoy tumbada sobre el heno en un soleado día de verano, con las preocupaciones a kilómetros de distancia.

Me siento tan perezosa como el perezoso sol allá arriba.

Sólo quiero soñar con el amor, sin nada que hacer más que soñar contigo.

Vagueando tranquilamente con briznas de paja en el pelo. Pero no me importa.

Te quiero de un modo alocado y borroso, tumbada a la bartola todo el día".


“Lying in the hay” dice la canción de Arthur Young y su Hatchett Swingtette




Se diferenciaría del aficionado a la simple siesta (expresión latina de la hora sexta) que designaría al lapso del día comprendido entre las 12 y las 15 horas, momento en el cual se haría una pausa de las labores cotidianas para descansar y reponer fuerzas.


La meridienne. Jean François Millet




JUAN CARLOS USÓ, en "Ulises (Revista de viajes interiores), num. 8, 2006, pp. 92-96

LANDERO, L.: “Los tumbados”, en VV.AA.: Este mundo: diez relatos y un poema, Barcelona, Plaza & Janés, 1995, págs. 99-102, y “Tumbados y resucitados”, en VV.AA.: Con otra mirada. Una visión de la enfermedad desde la literatura y el humanismo, Madrid, Taurus, 2001.

JULIO LLAMAZARES, "Elogio del tumbado"

GRANDES, A.: “La amiga de Junior”, en El País Semanal, núm. 1.482, 20 de febrero de 2005, pág. 98.

ARTHUR YOUNG y HATCHETT SWINGTETTE: “Lying in the hay” ("Tumbados en el heno"), que viene a ser lo mismo que en español: "Tumbados a la bartola" que dice la canción de Stépahne Grappelly y Beryl Davis.