Mapa medieval
La Crónica de Alfonso III (Rey de Asturias, siglo IX) dice: «Las Vardulias ahora son llamadas Castilla».
Castilla (nombrada en los primeros documentos en castellano antíguo como Castella o Castiella) significa etimológicamente "castillos".
Castillo viene del latín castellum y, según la RAE (Real Academia Española), es un «lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones».
Los castillos eran parte inseparable de un poderoso señor de la guerra, desde donde se gobernaba la tierra circundante. Se construían con murallas, foso lleno de agua, puente levadizo frente al portón de entrada, un rastrillo que protegía la puerta de los ataques invasores y aspilleras o aberturas por las que disparaban los arqueros.
Así hay un castillo en un pueblo pequeño de León (España), Villanueva de Jamuz, casa de D. Suero, cuya torre del homenaje tiene 25 m de altura y lo conforma una planta cuadrada casi regular de 12 m de lado.
* Planta del castillo
En la “Torre del Homenaje” vivían el señor y su familia situada en el corazón del castillo.
Contaban con multitud de artesanos y criados, entre armeros, asteros, herreros, pastores que manejan los rebaños, tanto de ganado como de volatería...
La heráldica de la fortificación reza: “Pertenece a la dinastía de los Quiñones de los hechos más conocidos, en la historia legendaria de la familia de los Quiñones del señorío de Luna. D. Suero de Quiñones (1409-1458) era hijo del señor de Luna, Diego Fernández de Quiñones "El de la buena suerte".
*Heráldica del Caballero
En aquellos tiempos era costumbre que los hijos de los nobles fuesen educados en la Corte Real, a la sombra de nobles encumbrados, con el propósito de formarse como caballeros entre los donceles.
A esta corte llegarían D. Suero y su hermano mayor, D. Pedro, adscritos a la casa del propio Condestable, donde se empaparían de la atmósfera de cultura que se respiraba al tiempo que su espíritu se inflamaba con las aventuras caballerescas que cantaban los últimos juglares.
El Rey de Castilla D. Juan II, residía con la Corte en Medina del Campo, siendo protector de literatos como Jorge Manrique
Coplas por la muerte de su padre
Recuerde el alma dormida,
avive el seso y despierte
contemplando
cómo se pasa la vida,
cómo se viene la muerte
tan callando,
cuán presto se va el placer,
cómo, después de acordado,
da dolor;
cómo, a nuestro parecer,
cualquiera tiempo pasado
fue mejor...
y el Marques de Santillana (El infierno de los enamorados, manuscrito del siglo XV).
de los
enamo-
rados
* Doncel de Sigüenza
(el joven guerrero que murió peleando
en la guerra de Granada frente a los moros)
en la guerra de Granada frente a los moros)
Otras coplas del Marqués
de Santillana
"El infierno de los
enamorados"
La fortuna que non çiessa
siguiendo el curso fadada (de fado)
por una montaña espessa
separada de poblado
me levó como robado
fuera de mi poderío
asy quel libre alvedrío
me fué del todo privado
O vos musas qu'en Parnasso
façedes habitación
allí do fisço Pegasso
la fuente de perfection
en la fin e conclusion
en el medio e començando
vuestro subsidio demando
en esta propossiçion...
En el año 1431, durante la guerra en Granada, D. Suero lucha con la tropa del Condestable esperando obtener honores y riquezas ya que su condición de segundón no le dejaba otra opción. Como muestra de valentía lleva el brazo derecho sin protección, de esta manera hace alarde de intrepidez y ofrece al contrario un punto débil con lo que tiene una posibilidad mayor de prevenir su ataque.
Junto con el Condestable tendría su bautismo de armas en la batalla “de la Higueruela”, donde él mismo confiesa “llevaba el brazo derecho desnudo por servicio de mi dueña”. Allí comenzó la leyenda de “la prisión de amores”.
* D. Suero (imaginado)
Se hallaba el caballero prisionero de amor por una “dama” hermosa, dueña de su albedrío, Leonor Tovar (o Toval, según los textos).
Ella rechazó sus amores, pues deseaba la libertad y había puesto precio a su rescate. El “caballero” hizo un voto de ayunar todos los jueves y colgar al cuello una argolla de hierro en señal de “esclavitud”.
De regreso a su castillo buscó la única alternativa que le quedaba en tiempos de paz : organizar un Paso Honroso el 1 de enero de 1434.
El lugar escogido fue una isleta del río Órbigo en Puente de Órbigo que habría sido límite del reino Suevo. Estaba próximo a León, en territorio de su señorío, y tenía todos los condicionantes como era la dimensión internacional, pues lo atravesaba el Camino de Santiago.
A fin de conseguirlo pidió autorización al rey para alzar sus tiendas en el camino de los peregrinos de Compostela, a orillas en el Puente del Órbigo, retando a todo aventurero - caballero - a ajustar armas con él en el “Passo” ... Corría el año 1434 y era el 10 de junio... donde quien se tuviera por caballero tenía que ser capaz de morir por honor.
Don Suero se aprestó a lavar su despecho desafiando a cuantos caballeros quisieran cruzar el puente. De allí no se moverían hasta que rompiera 300 lanzas.
Al cabo de un mes el y sus caballeros habían vencido ya a 68 contrincantes... pero el 6 de Agosto sucedió una tragedia . Suero estaba luchando contra el aventurero aragonés Claramonte, clavó involuntariamente, su lanza en el almete “hasta los sesos”, por lo que terminó y...“home muerto ya de dos horas”
...Ese día, 9 de Agosto, se dará por finalizado el “Passo”.
Según el archivero leonés, la gesta de don Suero narrada en la crónica
de Pedro Rodríguez de Lena, se utilizó para redactar la primera novela de
caballería de la literatura española, La Crónica Sarracina, que podría
considerarse como un «plagio» de la obra de Lena.
Las dos crónicas inspiraron a Miguel de Cervantes para escribir el Quijote.
El peor momento para Suero de Quiñones fue su
enfrentamiento, el día 27 de julio, con el noble francés Juan de Merlo. Siendo
un enemigo de los más diestros en el arte de la justa, no resulta extraño el
varapalo sufrido por nuestro don Suero. Tras marchar al combate ataviado con
una camisa que tenía bordadas las ruedas de Santa Catalina, el leonés sale del
envite con gran dolor y una mano desencajada. Una vez examinado, los jueces son
tajantes en el veredicto: «ha de dejar las justas o luchar sin lanza». Efectivamente
es llevado a la enfermería, donde el cirujano le aprecia el «brazo denegrido y
la sangre mascuajada». Es el final del torneo para Suero de Quiñones, que ya no
podrá defender el «Paso Honroso».
La historia del caballero andante leonés tiene un
epílogo bien triste. Según cuenta la leyenda, Suero de Quiñones se pasaría al
bando enemigo del poderoso condestable don Alvaro de Luna, sufriendo por ello
pena de destierro. En tiempos de Enrique IV sería indultado, pudiendo regresar
al fin a León. Cuando parecía que había llegado la paz y el sosiego a su
existencia, los fantasmas del pasado precipitaron el final de Don Suero.
Mucho tiempo atrás había peleado en Andalucía junto
a un tal Gutierre de Quijada, señor de Villagarcía de Campos.
Años más tarde volverían a encontrarse, pero en
lados opuestos durante el transcurso del afamado "Paso Honroso". Allí
don Gutierre fue derrotado sin paliativos, resultado herido y poniendo de
manifiesto su soberbia, resentimientos y enconos. Antes de partir de Hospital
de Órbigo, don Gutierre juro vengarse de lo que consideraba una grave ofensa.
Con este propósito se dedicaría a perseguir a don
Suero por cielo y tierra, decidido a tomar. En cierta ocasión, en las cercanías
de Santa Elena de Jamuz, a punto estuvo de dar muerte a traición a nuestro
valiente protagonista.
Tiempo después, cuando Suero de Quiñones cabalgaba
por Tierra de Campos Góticos en dirección a Tordesillas, de camino a la corte,
fue asaltado por una cuadrilla de maleantes a cuya cabeza estaba el propio don
Gutierre.
Ocurrió el ataque entre Bardal de la Loma y
Castroverde, en un despoblado y amparándose en las sombras de la noche. Nada
más comenzar la refriega Don Suero perdió la vida, atravesado por una lanza y
muriendo instantáneamente.
Así, un 11 de julio del año 1458, desapareció aquel
héroe legendario en la historia leonesa. No obstante, su aura romántica y lo
caballeroso de su gesta siguen bien presentes en la ciudad, instalados en la
moderna y remozada calle que lleva su nombre.
«La gesta de don Suero de Quiñones
inspiró el Quijote» Alejandro Valderas
Las dos crónicas inspiraron a Miguel de Cervantes para escribir el Quijote.
Camino francés de Santiago
Lucharon:
Alemanes (1),
Italianos (1),
Bretones (1),
Portugueses (6),
Aragoneses (10),
Valencianos (4),
Catalanes (6),
siendo el resto castellanos y leoneses.
Según cuenta Pedro Rodríguez de Lena, dejando escritos minuciosamente los hechos.
COMPAÑEROS:
A Suero de Quiñones le acompañaban en tan peculiar misión otros diversos caballeros, también armados y con ropas de gala:
Lope de Estúñiga, su primo,
Diego de Bazán,
Pedro de Nava,
Sancho de Ravanal,
Lope de Aller,
Diego de Benavides,
Gómez de Villacorta,
Pedro de los Ríos y
Suero Gómez, hijo de Alvar Gómez de Quiñones.
Hay una argolla que se conserva donado como trofeo por nuestro caballero en la catedral de Santiago de Compostela.
BIBLIOGRAFÍA:
WIKIPEDIA “La enciclopedia libre”
“Varones Ilustres de la Provincia de León”” – Policarpo Mingote y Tarazona
“Don Suero de Quiñones” – Luis Alonso Luengo
“El Paso Honroso de Suero de Quiñones” – Esteban Carro Celada
"El castillo de Villanueva de Jamuz (León)" - José Avelino Gutiérrez González
"El castillo de Villanueva de Jamuz (León)" - José Avelino Gutiérrez González
Lu Cabany